viernes, julio 12, 2013

Rodolfo Rosell Salas: Otra víctima del horror imperialista


Por: Raisa Martín Lobo


El triunfo de la Revolución en Cuba en enero de 1959, trajo consigo varios cambios radicales en todo el país y Caimanera, poblado de la provincia de Guantánamo, se convirtió en un municipio dotado de todas las riquezas espirituales para la vida de sus habitantes.


En el mentado territorio, por sus condiciones marinas se constituyó entonces una cooperativa pesquera, en la que sus integrantes realizaban la captura de peces tanto dentro de la bahía, como en las aguas cercanas de la costa sur del territorio, variante con la que precisaban navegar  por la entrada de la bahía de Guantánamo, zona ilegalmente ocupada por la Base Naval Yanqui.


No es secreto para ningún cubano,  las constantes amenazas que había de soportársele a los marines reaccionarios del enclave militar, quienes desbordados de rabia, ofendían a los pescadores y les aseguraban que todo el desagravio que tenían contra el gobierno cubano, lo tomarían contra ellos.


Era la mañana de aquel 12 de julio de 1962, cuando el pescador Rodolfo Rosell Salas, experimentado pescador radicado en Caimanera, alistó su bote, como de costumbre, hacia la salida de la bahía de Guantánamo para cumplir su esforzada labor, entonces no imaginó que volvería a su hogar al lado de su esposa Eloísa, quien esperaba su tercer hijo.


Debía de retornar al día siguiente, sin embargo, el día 14, sus compañeros de la cooperativa pesquera donde laboraba y los guardacostas cubanos, después de buscarlo durante dos días, encontraron su cadáver boca arriba y en estado de descomposición, sobre la popa del bote Tres Hermanas, en la zona de Tres Piedras, área de la Ilegal base naval Yanqui. ¿El motivo de la muerte?: Hemorragia intracraneana.

Los marines yanquis de la Ilegal Base Naval en  Guantánamo, se ensañaron con Rodolfo Rosell cual si fuera un animal, pues  luego de provocarle varias heridas con punzones en el cuerpo, le golpearon el cráneo hasta provocarle la muerte. Nuevamente se derramaba sangre cubana en las costas de la Ilegal Base Naval  Yanqui. Esta vez la de un pescador quien  trató de hacer valer su derecho de navegar en aguas territoriales de su país. 
Ante tamaña acción, millones de cubanos en todo el país repudiaron el crimen y  protestaron por la política agresiva del imperio norteamericano, empeñado en mantener a la fuerza este pedazo de territorio cubano, al que el Comandante en Jefe Fidel Castro catalogó como: “Un puñal clavado en el corazón de Cuba”.

La estremecedora señal de duelo cedió ante la rabia de sus hermanos pescadores y del pueblo de Caimanera. Su entierro fue, sin lugar a dudas, como él lo hubiera deseado, una prueba de reafirmación revolucionaria y de condena al yanqui usurpador y criminal.

El sepelio de Rodolfo Rosell Salas fue una estremecedora manifestación de duelo popular en Caimanera, además de un rotundo rechazo del pueblo cubano a la barbarie norteamericana. Su muerte respondió a una agresiva política de provocaciones ejecutadas por las fuerzas armadas norteamericanas, cuyo propósito fue buscar una respuesta cubana para justificar una agresión contra nuestro país.

Y no fue Rodolfo Rosell la única víctima legada por la Ilegal Base Naval yanqui, espina clavada en el corazón de Cuba hace más de un siglo, también lo fueron el pescador Rubén López Sabariego, Ramón López Peña y Luis Ramírez López, combatientes del otrora Batallón Fronterizo,  cuerpos ultimados por los marines imperialistas, quienes impotentes ante el triunfo y desarrollo de la Revolución, arremetieron con odio contra estos valerosos jóvenes cubanos.