El triunfo de la Revolución en Cuba en
enero de 1959, trajo consigo varios cambios radicales en todo el país y
Caimanera, poblado de la provincia de Guantánamo, se convirtió en un municipio
dotado de todas las riquezas espirituales para la vida de sus habitantes.
En el mentado
territorio, por sus condiciones marinas se constituyó entonces una cooperativa
pesquera, en la que sus integrantes realizaban la captura de peces tanto dentro
de la bahía, como en las aguas cercanas de la costa sur del territorio,
variante con la que precisaban navegar
por la entrada de la bahía de Guantánamo, zona ilegalmente ocupada por la Base Naval Yanqui.
No es secreto
para ningún cubano, las constantes
amenazas que había de soportársele a los marines reaccionarios del enclave
militar, quienes desbordados de rabia, ofendían a los pescadores y les
aseguraban que todo el desagravio que tenían contra el gobierno cubano, lo tomarían
contra ellos.
Era la mañana de
aquel 12 de julio de 1962, cuando el pescador Rodolfo Rosell Salas,
experimentado pescador radicado en Caimanera, alistó su bote, como de
costumbre, hacia la salida de la bahía de Guantánamo para cumplir su esforzada
labor, entonces no imaginó que volvería a su hogar al lado de su esposa Eloísa,
quien esperaba su tercer hijo.
Debía de
retornar al día siguiente, sin embargo, el día 14, sus compañeros de la
cooperativa pesquera donde laboraba y los guardacostas cubanos, después de
buscarlo durante dos días, encontraron su cadáver boca arriba y en estado de
descomposición, sobre la popa del bote Tres Hermanas, en la zona de Tres
Piedras, área de la Ilegal
base naval Yanqui. ¿El motivo de la muerte?: Hemorragia intracraneana.
Los marines yanquis de la Ilegal Base Naval en
Guantánamo, se ensañaron con Rodolfo Rosell
cual si fuera un animal, pues luego de provocarle varias heridas con punzones en el cuerpo, le
golpearon el cráneo hasta provocarle la muerte. Nuevamente se
derramaba sangre cubana en las costas de la Ilegal Base Naval Yanqui. Esta vez la de un pescador quien trató de hacer valer su derecho de navegar en
aguas territoriales de su país.
Ante tamaña
acción, millones de cubanos en todo el país repudiaron el crimen y protestaron por la política agresiva del
imperio norteamericano, empeñado en mantener a la fuerza este pedazo de
territorio cubano, al que el Comandante en Jefe Fidel Castro catalogó como: “Un
puñal clavado en el corazón de Cuba”.
La estremecedora señal de duelo cedió ante
la rabia de sus hermanos pescadores y del pueblo de Caimanera. Su entierro fue,
sin lugar a dudas, como él lo hubiera deseado, una prueba de reafirmación
revolucionaria y de condena al yanqui usurpador y criminal.
El sepelio de Rodolfo Rosell Salas fue una estremecedora
manifestación de duelo popular en Caimanera, además de un rotundo rechazo del
pueblo cubano a la barbarie norteamericana. Su muerte
respondió a una agresiva política de provocaciones ejecutadas por las fuerzas
armadas norteamericanas, cuyo propósito fue buscar una respuesta cubana para
justificar una agresión contra nuestro país.
Y no fue Rodolfo Rosell la única
víctima legada por la
Ilegal Base Naval yanqui, espina clavada en el corazón de
Cuba hace más de un siglo, también lo fueron el pescador Rubén López Sabariego,
Ramón López Peña y Luis Ramírez López, combatientes del otrora Batallón
Fronterizo, cuerpos ultimados por los
marines imperialistas, quienes impotentes ante el triunfo y desarrollo de la Revolución,
arremetieron con odio contra estos valerosos jóvenes cubanos.