miércoles, julio 03, 2013

  Una base oscura en un rincón claro del planeta

Por Pablo Soroa Fernández
  
La base naval que contra la voluntad popular Estados Unidos mantiene desde 1903  en la oriental provincia de Guantánamo figura en el inventario de infamias cometidas por la nación norteña contra Cuba y de paradigmáticas arbitrariedades protagonizadas contra uno de los rincones más claros del planeta, por quienes se relevan como inquilinos de la Casa ¿Blanca?.

    Es vergonzosa y digna de mejor causa la tenacidad con que el Imperio –auxiliado por sus poderosos serviles cómplices-  hace oídos sordos del reclamo de devolución de ese pedazo de tierra a su legítimo dueño  y promueve , por consiguiente, que cada 24 horas gire sobre su eje, un  poco apenada, nuestra única,  contaminada  y -¿por qué no?- desprestigiada nave espacial.

   La frase “Se es siervo por necesidad, y servil por elección”  parece haber sido pensada por José Ingenieros para algunos gobiernos europeos y de otras latitudes, que nunca han manifestado la mínima inquietud  por esa vecindad odiosa y obligada, y sí una falsa devoción por sus asalariados en Cuba, a quienes la Revolución nos ha rozado ni siquiera con la pluma de un ave.

  Debido a la Enmienda Platt, apéndice introducido a la onerosa –y también impuesta-  primera pseudoconstitución cubana, Guantánamo padece ese puñal clavado en sus entrañas, desde el cual se han perpetrado agresiones y crímenes contra la Isla, y  el derecho internacional.

  Esas violaciones se agravaron a partir de 2003,  por la  metamorfosis de esa instalación  en un campo de concentración. De las  torturas allí practicadas el nazifacismo podría tomar retroactivas   lecciones y experiencias.

  Mediante la “encomienda”  -digo, “enmienda”- propuesta Orville Platt  Estados Unidos se aprovechó de la huérfana y naciente República Cubana, para usurpar ese territorio y crear una base cañonera, en lugar de las estaciones carboneras propuestas en el documento, tal vez por un lapsu linguae o  lapsu menti del senador, que seguramente significaron para Cuba las tristemente célebres encomiendas de indios inventadas por la remordida España, para aliviar la esclavitud de los negros.
  
  A esa condición quisieran que Cuba retornara, los responsables de esa guarida yanqui, ubicada las inmediaciones de Caimanera,  poblado de pescadores y obreros agrícolas, que vive en permanente alerta por la  existencia de esa frontera artificial, allende la cual se han organizado y ejecutado múltiples agresiones contra el suelo patrio.

  En visita a esa comunidad, María Socorro Gomes Presidenta del Consejo Mundial de la Paz, calificó de crimen a perpetuidad “que debe acabar”, esa amenaza permanente, que lacera la soberanía de esta  ínsula caribeña, a la cual la pacifista  se refirió como una fuente de humanismo y valentía que inspira respeto y admiración en todos los pueblos del mundo.

   A tal circunstancia se suma la cruda realidad  de que en un territorio ajeno al suyo, Estados Unidos mantiene una cárcel donde se tortura y se veja a prisioneros, gran parte de ellos inocentes, bajo el pretexto de una lucha contra el terrorismo, en nombre de la cual bombardean ahora Libia, Pakistán y Afganistán.

   Pocos meses antes del aniversario 110 de ese episodio imperialista de despojo, ocurrido el 10 de diciembre de 1903, el Doctor René González Web, director del Instituto de Historia de Cuba, anunció a este sitio la preparación de un libro, el cual la editorial Verde Olivo deberá dar a la luz en coincidencia con la efeméride.

   Un Maine detenido en el tiempo: la base naval de Estados Unidos en la bahía de Guantánamo, es el título adelantado  a (nombre de la web, va aquí) por el autor, lado de manera sla base naval de Estados Unidos en la bahía de Guantánamo, el cual se encuentra en fase de preparación por la editorial Verde olivo.

    González Barrios confesó que la obra en cierne constituye una obligación moral con la historia, el pueblo guantanamero y  los soldados de la Brigada de la Frontera Orden Antonio Maceo, cuerpo armado custodio de los límites con ese enclave,  foco de tensiones, agresiones y provocaciones, trampolín para invasiones contra otros países del área.

    Desde 1898 hasta la fecha el Imperio ha fabricado muchos otros “Maines” para intervenir en el mundo, uno de ellos la explosión, en circunstancias aun envuelvas en el misterio, del destructor que identifica el título del libro, uno de los pretextos esgrimidos por la potencia norteña para iniciar la llamada guerra cubano-hispano-norteamericana, y frustrar la inminente  victoria del Ejército Libertador Cubano frente a España, la cual era inminente.

      Un  efecto posterior y calculado de lo que estudiosos califican de autodestrucción del acorazado, fue la posesión de ese vital segmento de la bahía de Guantánamo, por parte del Imperio, “hasta que lo necesitaren”, o lo que es lo mismo, a perpetuidad … entre otros fines, para dominar un triangulo estratégico conformado por Cuba, Puerto Rico y el canal de Panamá.


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