Por:
Agustín Pérez
Desde
antes del triunfo insurreccional el 1 de enero de 1959,
la administración norteamericana había decidido que un
gobierno revolucionario no era conveniente a sus
intereses, por lo que comenzó a sentar las bases para
derrotarlo si, como luego sucedió, tomaba el poder en
Cuba.
De ahí
que a nadie extrañara que en el mismo primer año de
asumir el poder la naciente Revolución, en la base naval
ubicada en territorio guantanamero promovieran
alzamientos armados en la zona montañosa cercana a ese
enclave militar.
Así el
23 de diciembre de 1959, en Casiseis Arriba, Felicidad
de
Yateras, los bandidos contrarrevolucionarios Olegario
Charlot Pileta y Carlos Caballero Guzmán asaltaran la
casa del jefe de patrullas campesinas y se apoderaran de
armas y municiones. Formaban parte de la organización
La Rosa Blanca, con conexiones en la base naval.
El
grupúsculo continúa sus fechorías hasta que el 28 de
febrero, en un encuentro con el Ejército Rebelde en Vega
Grande, Felicidad de Yateras, son capturados los
miembros de la banda cuya vida fue de dos meses
escasamente.
Esta
derrota no desanima a los agentes enemigos que desde la
base naval quieren crear alzamientos masivos en
Guantánamo.
El 30 de septiembre de 1960, un grupo de
bandidos comandados por el traidor Ramón Ortega, se
alzan en la zona de
Imías, y de inmediato asaltan la
tienda del pueblo y se llevan ropas, zapatos, víveres y
dinero en efectivo, acción que repiten en los lugares
conocidos por Los Mulos y Los Cacaos, sitio este último
donde el Ejército Rebelde les causa una baja.
La
banda es sometida a una intensa persecución y sus
integrantes se retiraron hacia sus casas, se entregaban
a la justicia y varios fueron capturados. Sólo quedó un
pequeño grupo de alzados con Ramón Ortega a la cabeza,
quien en un encuentro con tropas del Ejército Rebelde en
marzo de 1961, cae abatido junto a dos bandidos más y
capturados otros 17, poniéndose fin a los desmanes de
esos malhechores.
El 4
de octubre de 1960, por la costa norte de
Baracoa
desembarcan 25 mercenarios provenientes de Miami para
promover un alzamiento en esa zona, con el apoyo
logístico de la base naval. Los jefes eran Armentine
Feria Pérez, conocido por El Indio, viejo politiquero
mansferrerista, y Arturo Alvarez Fernández, ex soldado
de la Guardia Rural en la propia Ciudad Primada.
Los
bandidos toman unos cuantos campesinos prisioneros y los
utilizan para cargar sus equipos mientras se internan
hacia la zona de El Lechugo y luego hacia La Irán, lugar
inhóspito, donde acampan. Allí chocan con fuerzas del
Ejército Rebelde, resultando muerto Armentine y preso
Arturo Valdés, capturándoles además importante cantidad
de armas y municiones.
Los
demás bandidos se dispersan pero en un segundo encuentro
ofrecen poca resistencia y se rinden, ocupándoseles todo
el armamento y variados equipos.
También en octubre de ese propio año se produjo un
alzamiento en la zona de Soledad, Barrio Mayarí Arriba,
cuyo jefe era el cafetalero Julio Fernández Pérez, muy
ligado al traidor Higinio Díaz (Nino), quien desde la
base naval, donde estaba exilado, le prometía todo tipo
de ayuda en aras de mantener un foco de alzados en ese
lugar.
En el
plan estaban involucrados algunos terratenientes y
grandes cafetaleros, y se proponían asaltar el cuartel
de Mayarí Arriba y asesinar a los elementos
revolucionarios de la zona, pero al conocerse sus
propósitos, el Departamento de Seguridad del Estado
cubano procedió a la ocupación de las armas y detención
de los involucrados, cuyo jefe, Julio Fernández, se dio
a la fuga, siendo capturado posteriormente en Ciudad de
La Habana y puesto a disposición de los tribunales.
Igual
suerte corrieron otras bandas de alzados como las de
Emilio Vera y Argimiro Fonseca, cuyos hombres fueron
detenidos pero ellos lograron evadir la justicia
revolucionaria al refugiarse en la base naval
norteamericana. En febrero de 1961 se alza en Caujerí
Tico Herrera, quien para evitar ser capturado también
entra en la base naval yanqui con dos de sus
subordinados, los connotados bandidos Amancio Mosqueda
¨Yarey¨ y José Amparo Ortega.
Los intentos de la CIA de constituir otros focos de alzados en lugares montañosos de Baracoa, Yateras, El Salvador, Imías y San Antonio del Sur, así como grupos conspirativos en la ciudad de Guantánamo, los que recibirían orientaciones y apoyo material y de dinero desde la instalación naval estadounidense, chocaron con la intransigencia revolucionaria, que a través del Departamento de Seguridad del Estado, las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR)y las Milicias, hicieron polvo sus sueños terroristas y crearon las condiciones en esta provincia para lograr el desarrollo socioeconómico que implica un mundo mejor, como el que hoy se construye.