miércoles, diciembre 11, 2013

La base naval: una guarida de bandidos


Por: Agustín Pérez
 
Desde antes del triunfo insurreccional el 1 de enero de 1959, la administración  norteamericana había decidido que  un gobierno revolucionario no era conveniente a sus intereses, por lo que comenzó a sentar las bases para derrotarlo si, como luego sucedió, tomaba el poder en Cuba.
 
De ahí que a nadie extrañara que en el mismo primer año de asumir el poder la naciente Revolución, en la base naval ubicada en territorio guantanamero promovieran alzamientos armados en la zona montañosa cercana a ese enclave militar.

Así el 23 de diciembre de 1959, en Casiseis Arriba, Felicidad de Yateras, los bandidos contrarrevolucionarios Olegario Charlot Pileta y Carlos Caballero Guzmán asaltaran la casa del jefe de patrullas campesinas y se apoderaran de armas y municiones. Formaban parte de la organización La Rosa Blanca, con conexiones en la base naval.
 
El grupúsculo continúa sus fechorías hasta que el 28 de febrero, en un encuentro con el Ejército Rebelde en Vega Grande, Felicidad de Yateras, son capturados los miembros de la banda cuya vida fue de dos meses escasamente.
Esta derrota no desanima a los agentes enemigos que desde la base naval quieren crear alzamientos masivos en Guantánamo. 

El 30 de septiembre de 1960, un grupo de bandidos comandados por el traidor Ramón Ortega, se alzan en la zona de Imías, y de inmediato asaltan la tienda del pueblo y se llevan ropas, zapatos, víveres y dinero en efectivo, acción que repiten en los lugares conocidos por Los Mulos y Los Cacaos, sitio este último donde el Ejército Rebelde les causa una baja.
 
La banda es sometida a una intensa persecución y sus integrantes se retiraron hacia sus casas, se entregaban a la justicia y varios fueron capturados. Sólo quedó un pequeño grupo de alzados con Ramón Ortega a la cabeza, quien en un encuentro con tropas del Ejército Rebelde en marzo de 1961, cae abatido junto a dos bandidos más y capturados otros 17, poniéndose fin a los desmanes de esos malhechores.

El 4 de octubre de 1960, por la costa norte de Baracoa desembarcan 25 mercenarios provenientes de Miami para promover un alzamiento en esa zona, con el apoyo logístico de la base naval. Los jefes eran Armentine Feria Pérez, conocido por El Indio, viejo politiquero mansferrerista, y Arturo Alvarez Fernández, ex soldado  de la Guardia Rural en la propia Ciudad Primada.   
 
Los bandidos toman unos cuantos campesinos prisioneros y los utilizan para cargar sus equipos mientras se internan hacia la zona de El Lechugo y luego hacia La Irán, lugar inhóspito, donde acampan. Allí chocan con fuerzas del Ejército Rebelde, resultando muerto Armentine y preso Arturo Valdés, capturándoles además importante cantidad de armas y municiones.
 
Los demás bandidos se dispersan pero en un segundo encuentro ofrecen poca resistencia y se rinden, ocupándoseles todo el armamento y variados equipos.
También en octubre de ese propio año se produjo un alzamiento en la zona de Soledad, Barrio Mayarí Arriba, cuyo jefe era el cafetalero Julio Fernández Pérez, muy ligado al traidor Higinio Díaz (Nino), quien desde la base naval, donde estaba exilado, le prometía todo tipo de ayuda en aras de mantener un foco de alzados en ese lugar.
 
En el plan estaban involucrados algunos terratenientes y grandes cafetaleros, y se proponían asaltar el cuartel de Mayarí Arriba y asesinar a los elementos revolucionarios de la zona, pero al conocerse sus propósitos, el Departamento de Seguridad del Estado cubano procedió a la ocupación de las armas y detención de los involucrados, cuyo jefe, Julio Fernández, se dio a la fuga, siendo capturado posteriormente en Ciudad de La Habana y puesto a disposición de los tribunales.
 
Igual suerte corrieron otras bandas de alzados como las de Emilio Vera y Argimiro Fonseca, cuyos hombres fueron detenidos pero ellos lograron evadir la justicia revolucionaria al refugiarse en la base naval norteamericana. En febrero de 1961 se alza en Caujerí Tico Herrera, quien para evitar ser capturado también entra en la base naval yanqui con dos de sus subordinados, los connotados bandidos Amancio Mosqueda ¨Yarey¨ y José Amparo Ortega.

Los intentos de la CIA de constituir otros focos de alzados en lugares montañosos de Baracoa, Yateras, El Salvador, Imías y San Antonio del Sur, así como grupos conspirativos en la ciudad de Guantánamo, los que recibirían orientaciones y apoyo material y de dinero desde la instalación naval estadounidense, chocaron con la intransigencia revolucionaria, que a través del Departamento de Seguridad del Estado, las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR)y las Milicias, hicieron polvo sus sueños terroristas y crearon  las condiciones en esta provincia para lograr el desarrollo socioeconómico que implica un mundo mejor, como el que hoy se construye.