Por: Raisa Martín Lobo
Era
19 de octubre de 1961 y había pasado más de medio mes del arresto del
humilde chofer, cuando la agencia noticiosa UPI dio a conocer el
hallazgo del cadáver de un obrero, en una fosa de poca profundidad. ¿Su
nombre? Rubén López Sabariego.
El último día que lo vieron con vida se
despedía como de costumbre antes de salir para su trabajo como chofer
en la Ilegal Base Naval que el gobierno de los Estados Unidos mantiene
en Guantánamo desde hace más de un siglo y que constituye una espina
clavada en el corazón de todos los cubanos. Rubén había sido detenido
por militares de la Base a las 10:40 pm, situación que indignó a sus
compañeros de trabajo y familiares.
Cuando
los forenses cubanos, examinaron el cuerpo de Rubén, comprobaron
huellas de tortura, fracturas en el cráneo, el pómulo derecho y el
costillar izquierdo; estas últimas causantes de una lesión en el corazón
que le ocasionó la muerte. Tenía además una herida de bayoneta en el
abdomen, fracturas en una pierna ocasionadas por patadas, huellas de
culatazos y otras lesiones. La muerte, según los médicos había ocurrido
entre el 13 y el 14 de octubre. Evidentemente se trataba de un asesinato, entonces una gran ira sobrevino en toda Cuba al conocerse el brutal hecho.
A
pesar de la denuncia de su esposa y el reclamo de su libertad, las
autoridades norteamericanas negaban que el obrero estuviese en dicho
lugar. Debido a la persistencia de su esposa, el cuerpo del obrero le
fue entregado el 21 de octubre.
El velorio y el sepelio de Rubén,
constituyeron una extraordinaria manifestación, de igual manera fue la
acalorada despedida del duelo a la entrada del Cementerio San Rafael de
Guantánamo, por el entonces comandante Raúl Castro Ruz, quien acusó y
condenó al imperialismo yanqui por el repulsivo crimen.
El
asesinato de Rubén López Sabariego por militares de la Ilegal Base
Naval Yanqui, hace 51 años, corrobora el desprecio del Imperio por los
cubanos y reafirma además, que las torturas, han devenido práctica usual
durante décadas en el enclave militar. Cuando el dolor permanece en la
memoria, se mantiene la fuerza y el decoro para soportar hechos
abominables como éste.
La
muerte de Rubén, fue sólo uno de los tantos crímenes ejecutados dentro o
desde el ilegal enclave militar, que han puesto en peligro la paz y la
seguridad nacional e internacional. Sin embargo, estas violaciones
procuraron a Cuba la fortaleza necesaria para mantener en alto por
principios por los que hoy luchamos y defendemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario