miércoles, mayo 21, 2014

“Marines, hijos de puta, me han matado”

Por: Raisa Martin Lobo

“Marines,  hijos de puta, me han matado”. Esas fueron las últimas palabras de Luis Ramírez López, soldado de la Brigada de la Frontera Orden Antonio Maceo, en Guantánamo, aquella noche del 21 de mayo de 1966. Entonces  cuando su cuerpo era alcanzado por las balas enemigas desde el otro lado de la cerca perimetral.
Sólo llevaba 11 meses en cumplimiento de su deber, cuando fue asesinado mientras realizaba la guardia en la casamata 65, instalada a 150 metros del límite este de esa mentada fortaleza norteamericana. Cubría su turno de guardia en la Brigada de la Frontera.


Lo caracterizaba la exigencia, la entereza y la combatividad, cualidades que, junto a su serenidad y voluntad de hierro, predominaban en la personalidad de Luis. También lo acompañaba la simpatía hacia sus compañeros, quienes reclamaban cubrir la posta con él. Por ello, la indignación que ocasionara en ellos el vil asesinato del camarada.

El combatiente “traspasó la cerca que limitaba la Ilegal Base Naval y después huyó”. Esa fue la razón por la cual un centinela de la infantería le provocó la muerte. Y de hecho, con el que un portavoz del pentágono, trató de justificar lo ocurrido, quien alegó entre otras falsedades, que el suceso se produjo dentro del perímetro de la Base Naval Norteamericana.

“Nosotros no podemos caer en actos y provocaciones que no hemos realizado jamás y de los cuales sí hemos sido víctimas sistemáticamente durante años, y por otra parte, no vamos a abandonar la custodia de nuestro territorio". Fue esta la respuesta a esos falsos planteamientos que dera entonces nuestro invicto Comandante en jefe Fidel Castro Ruz, respecto a esta afirmación.

Muchas teorías se tejieron en torno al vil asesinato del joven soldado. Sin embargo, el argumento fue desmentido cinco días después cuando 30 periodistas varias agencias noticiosas, radicados en Cuba,  visitaron la Brigada de la Frontera y allí, en conferencia de prensa, conocieron todo lo relacionado con el homicidio y probaron la falsedad de las imputaciones.


Y fue el 18 de octubre del propio año, cuando el Canciller de la Dignidad, Raúl Roa García, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, denunció el alevoso crimen, calificando de insolente la distorsión del hecho y de absurda la irrupción de soldados cubanos en el ilícito enclave, espina clavada en el corazón de todos los cubanos.

Luis Ramírez López, había nacido el 19 de mayo de 1944, en Guisa, Granma y  ese día se convertiría en otro combatiente caído a consecuencia de las constantes provocaciones que se lanzaban desde la ilegal base naval yanqui, territorio ocupado por el gobierno de los Estados Unidos en Guantánamo.
 
Ha pasado 48 años del asesinato de este joven soldado, sin embargo, los cubanos nos sentirnos cada vez más comprometidos con nuestra Revolución victoriosa. Al igual que Luis, fueron otras las víctimas por los ataques realizados por el gobierno de los Estados Unidos contra Cuba. Por tanto, hoy nos sobran razones para exigir la retirada inmediata del enclave militar yanqui de nuestro territorio de una vez y por todas.

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