jueves, diciembre 11, 2014

La degradación humana

Tomado de Granma Internacional

Los legisladores de Estados Uni­dos asestaron un golpe a la campaña que des­de hace cinco años lleva a cabo el presidente Barack Obama pa­ra cerrar la prisión en la base naval de la Bahía de Guantánamo, en Cuba, al omitir el plan para clausurar la instalación en un proyecto de ley anual de defensa, informó Reuters.
La noticia, divulgada por la agen­cia inglesa el martes 2 de diciembre, es la última —al menos por ahora— de un largo y repugnante conflicto con asiento en el centro de torturas que creó el Pentágono y la CIA en la ilegal base instalada en el extremo oriental  de Cuba.
Estoy seguro que, ni quienes im­pusieron a nuestro país la llamada Enmienda Platt y crearon en Guantá­namo la base naval, se hubiesen detenido a conocer el significado de aquel nombre y un poco de su historia.
Guantánamo significa “el río de la tierra” o “tierra de ríos”, y el 1ro. de diciembre de 1870 le fue otorgada la condición de Villa.
Su primer asiento poblacional se encontraba en la hacienda Santa Catalina, luego en una zona aledaña a la caída del río Guaso nombrado El Saltadero. De esa forma, fueron apareciendo nombres, primero el de Santa Catalina, luego Salta­dero, Santa Catalina del Guaso y definitivamente, Guantánamo.
Sería más exagerado pretender entonces que quienes ocuparon ilegalmente parte de su territorio y convirtieron esa zona llena de his­toria y de luchas, en un verdadero calvario trascendido a nuestros días,  indagaran siquiera sobre ese otro Guantánamo, el verdadero, hoy símbolo genuino de patriotismo y resistencia.
A esa otra historia de ocupación impuesta por Estados Unidos se agregó hace algo más de una década, la de la instalación de una cárcel para la tortura y muerte de reos que, en un 90% nunca recibieron acusación alguna, ni han tenido derecho a abogados defensores, mientras sus cuerpos han sido práctica continua de las más sofisticadas torturas.
La base —convertida en verdadero campo de concentración— ha albergado en su recinto carcelario 779 presos, de más de una decena de países, con el rasgo fundamental de tener facciones árabes y —según la CIA— ser sospechosos de actividades terroristas.
Una pregunta aparecida de for­ma reiterada en medios internacionales de prensa es la de ¿cómo es posible que estas personas, llevadas a la prisión como parte de una cruzada emprendida por Estados Unidos contra todo aquel que —para la CIA o el Pentágono— aparente ser terrorista, pueda estar diez años preso, siendo salvajemente torturado y sin que se le impute cargo alguno?
Según Russia Today, solo contra seis de los 164 reclusos que recientemente quedaban en la instalación, se han presentado acusaciones formales. El resto se encuentra en el denominado limbo legal.
Recordemos que el actual mandatario norteamericano Barack Oba­­ma  fijó, como uno de sus primeros objetivos, cerrar esa  cárcel ante el escándalo internacional contra Esta­dos Unidos al saberse de las prácticas continuadas de las más salvajes torturas y la misteriosa muerte de muchos de los presos.
Sin embargo, la verdad hoy es otra: el cierre del recinto carcelario no se ha hecho y se asegura no se hará en un futuro cercano, con el argumento de “evitar que el mundo sepa lo que allí se ha practicado con los prisioneros”.
Habría que admitir que todas las confesiones recogidas son falsas y que fueron inculcadas de forma deliberada a través de la tortura.
Tan es así que, en otra muestra de incoherencia, el mismo mandatario comprometido a cerrar la cárcel de Guan­tánamo, solicitó al Congreso más de 450 millones de dólares para obras de mantenimiento y la mejora de la prisión en la ilegal base; y otros 200 millones de dólares para mejorar las instalaciones temporales, lo que llevaría entre ocho y diez años de trabajo.
De lo que allí ha sucedido y aún hoy sucede, se sabrá algún día en toda su magnitud. Sin embargo, hay tes­timonios de exreclusos y de guardias ya desmovilizados que muestran bue­na parte de su escalofriante cotidianidad.
No puede olvidarse cuando, en el 2006, se encontraron muertos a tres presos, colgados en sus celdas. Y, aunque el Pentágono dijo que eran “muertes por suicidio”, posteriormente el Servicio Naval de Investi­gación Criminal (NCIS, su sigla en inglés) encontró pruebas contrarias, incluyendo el hecho de que las manos de los presos estaban atadas a sus espaldas.
Las evidencias del NCIS revelan que los reclusos murieron en interrogatorios mortales que incluyeron la técnica de “asfixia controlada”, que consiste en ahogar al prisionero con una bolsa plástica sobre su cabeza o inmersiones prolongadas con boca y narices bajo el agua, reflejan despachos de prensa.
También extrabajadores de la instalación refirieron haber visto el traslado de tres reclusos a centros secretos de detención al interior del enclave naval. Estos presos más tarde fueron llevados, ya fallecidos, a la clínica mé­dica con la garganta atiborrada de trapos y moretones visibles en el cuerpo.
Las torturas más recurrentes han si­do la privación sensorial, ahogamientos, duchas de agua helada, explotación de las fobias a insectos, y otras.
Ahora el Pentágono trata de agilizar la transferencia de numerosos presos; siendo los últimos remitidos, seis a Uruguay, dos a Eslovaquia y tres a Georgia.
Sobre el tema de la cárcel en la ilegal base de Guantánamo, el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden ha declarado que “mientras más avanzaba en el expediente de esa instalación, más cosas que hasta entonces ignoraba iba descubriendo”. Lue­go aseguraba que “no se podía abrir la caja de Pandora”.
El “expediente” al que se refiere Biden debe formar parte del protocolo elaborado al respecto, basado en la medición de las fluctuaciones hormonales de los reos torturados; y la instalación de un laboratorio médico en la ilegal base de Guantánamo donde se recogen muestras de saliva y sangre de los torturados para evaluar sus reacciones.
Recuerde amigo lector que estas prácticas las realizan militares y personal de la CIA del país que quiere imponer al mundo su modelo de respeto a los derechos humanos.

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